Queremos hablar un fenómeno social que ha llegado
para quedarse y que alterará profundamente la estructura social, se trata de la
precarización laboral. Cada vez
oímos y hablamos más de este concepto hasta ser casi la norma, lo normal, en este
mercado laboral al que estamos encaminados. Esta nueva precarización laboral no
solo se trata de bajadas del sueldo sino que, incluso, tener un trabajo ya no garantiza
la supervivencia digna, que no basta tener un trabajo para sobrevivir, sino que
es necesario tener varios trabajos y, además, acaba siendo obligatorio hacer
permanentemente malabarismos en las economías domesticas (un 12,3% de los trabajadores españoles, más de dos millones, viven en riesgo de pobreza).
Un libro, titulado por cuatro duros. Como (no) apañársela en EEUU, muy bueno que está generando mucha polémica y debate y que explica muy bien
este nuevo fenómeno que está llegando a España. Se trata de una investigación
sobre la precarización del trabajo en EEUU y la siempre y difícil lucha por la
supervivencia. Recientemente he leído otro buen libro (que no logro recordar el
titulo ni del autor, una pena) sobre el mismo tema que ha sido aclamado por la crítica
y es de lectura obligada en los institutos y en las universidades.
En fin, ha surgido, o más bien ha vuelto, el trabajo
esclavista, los nuevos esclavos del siglo XXI.
Ya nada nos sorprende, pero es indignante: empresas que no pagan las nóminas o bajan un 25%
los sueldos; horas extras que no se pagan; médicos
en paro que hacen guardias en varios hospitales; profesores contratados por días; camareros con contratos a media jornada pero
que trabajan 12 horas; becarios sin cobrar durante años;
empleos a comisión sin sueldo fijo y hasta empresas que cobran a los que
buscan trabajo. Hay miles de ejemplos de trabajo precario (ilegal y legal) y de abusos a parados y trabajadores, cada vez más indefensos. Las grandes y pequeñas empresas los consideran como trabajadores kleenex, de usar y tirar. Se recortan sueldos, se cambian horarios y se quitan horas extras, se reducen derechos y se cambian contratos más estables por otros temporales y más precarios.
Antes, en la época de la bonanza económica española, se
consideraban precarios los trabajos llamados mileuritas, los más bajos e
indeseados, pero ahora ya es un lujo tener un trabajo de este tipo porque ya se
considera un sueldo normal e incluso bueno. Según el último estudio del CIS
el 48,7% de los españoles trabajadores –casi la mitad de los encuestados- viven con unos ingresos mensuales inferiores a 900 euros netos. También
constata que el 19% de la población adulta no tiene ingresos de ningún tipo,
siendo además este el grupo más numeroso. Actualmente, una buena parte de los
nuevos contratos laborales tienen un salario igual o próximo al SMI (Salario
Mínimo Interprofesional, situado en unos 650e).
También se demuestra que la pobreza es un pez que se muerde la cola a sí misma, ya que una gran
parte de los pocos y devaluados ingresos se destinan a los gastos básicos como
la vivienda, el transporte (coche y gasolina) y la alimentación más barata, también precaria y de mala calidad. Con una
mala alimentación y estrés continuo se producen problemas de salud cuyos
cuidados cuestan dinero y pérdidas de oportunidades laborales. Además, se
incrementan las deudas mensuales por créditos impagables, etc. También la
educación es cada vez más competitiva y se reducen las ayudas estatales en
educación y en becas, por lo que se reducen las oportunidades de los estudiantes para salir de la pobreza
de sus padres.
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